JUAN DIEGO ORTIZ JIMÉNEZ
El túnel Guillermo Gaviria Echeverri superó los 8.000 metros de perforación y en marzo de 2023 se encontrarían los frentes de obra.
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A 800 metros dentro de la tierra, los tres brazos de la máquina perforadora Jumbo revolotean a su antojo desgranando la montaña. Todo cruje, los decibeles del taladro rebotan entre las paredes y hasta el agua detenida tiembla en los charcos furtivos que deja el paso de las volquetas.
El jumbero, el que opera la enorme máquina como si tuviera manos de tijera, suspende su labor para que el equipo que maneja los explosivos ubique las cargas y haga las detonaciones.
Todo se disipa, se retiran los gases y entran los bulldozer para retirar las enormes rocas. Así, en turnos sucesivos, todo el día, todo el año, se trabaja para lograr romper la montaña.
Encima nada parece advertir lo que ocurre bajo tierra, el silencio es imperturbable en ese cañón del río Tonusco que se empina hasta los confines con sus montañas escarpadas y secas. Y es que debajo no está ocurriendo cualquier cosa, allá en lo más hondo de la cordillera se está construyendo el túnel más largo de América Latina, el Guillermo Gaviria Echeverri, que con sus 9,73 kilómetros desbancará por más de un kilómetro al de la Línea —8,65 kilómetros—.
Esta, la obra pública de infraestructura vial más importante que se construye hoy en Antioquia, ya superó los 8.200 metros de excavación y se encamina al encuentro entre las dos bocas de la excavación, el hito más esperado que está previsto para el primer trimestre de 2023.
La galería de rescate, un tubo que va anexo al principal y que será utilizado en casos de emergencias, también va a tope. Alcanzó los 9.159 metros perforados y ya es el túnel excavado más largo del país.
Esta avanza más rápido porque es cuatro veces más pequeña y porque ha encontrado mejores suelos que el túnel principal.
Las cifras hablan de la dimensión de este megaproyecto que se construye con recursos de la Gobernación, la Alcaldía de Medellín y el Invías para unir las autopistas de cuarta generación Mar 1 (Medellín-Santa Fe de Antioquia-) y Mar 2 (Cañasgordas-El Tigre).
La longitud del proyecto es como poner filados 442 vagones del metro de Medellín; y se han excavado 1,43 millones de metros cúbicos, lo que se podría ejemplificar con una fila de volquetas que vaya entre Medellín y el Cabo de la Vela, en la Guajira.
“La localización en un cañón complejo y toda la logística para la construcción han sido impresionantes y retadoras. Lo más gratificante es que todo se hace con ingeniería colombiana y, en gran parte, antioqueña”, destacó Juan Pablo López Cortés, secretario Seres de Infraestructura, Hábitat y Sostenibilidad de Antioquia.
Las dos partes del todo
La conexión de El Toyo, en sus dos etapas, suma 39,5 kilómetros de vía nueva y un diseño de velocidad de 80 kilómetros por hora, lo que permitirá que el recorrido de Medellín a Urabá baje a 4,5 horas.
Representará una reducción de 25 kilómetros en la vía que conecta a Santa Fe de Antioquia con Cañasgordas, que hoy es de 62 kilómetros.
La etapa uno es propiamente el túnel Guillermo Gaviria Echeverri de 9,73 kilómetros, además, tendrá siete túneles anexos, 16 puentes y 4,4 kilómetros de vías nuevas.
Según las previsiones del secretario López, se espera que esté para finales de 2023.
“El cale (la unión de los dos frentes de excavación) se ha adelantado casi un año. El de la galería lo esperamos para noviembre y el del túnel principal, para el primer trimestre de 2023. Estamos concentrados en los revestimientos y en garantizar la seguridad porque estamos en los sectores más profundos del túnel”, explicó el secretario López.
De las complejidades de la excavación da cuenta Jaime Enrique Rincón Robledo, ingeniero encargado de los túneles, que contó que el rendimiento de la perforación desde el portal de ingreso por Giraldo ha sido más expedito, alcanzando hasta los cinco metros diarios, por la calidad del material que se ha encontrado la máquina Jumbo, diferente a los números del costado de Cañasgordas donde la tierra ha sido más frágil, por lo que el túnel ha necesitado mayores revestimientos.
Ahora bien, la etapa dos, que le corresponde al Invías, comprende 19,4 kilómetros entre Santa Fe de Antioquia y el acceso de entrada al túnel en Giraldo. El trazado consta de 11 túneles, 13 puentes y 12,5 kilómetros de vías a cielo abierto y, según las cuentas, estaría para finales de 2024.
Al Invías también le corresponde la compra e instalación de los equipos electromecánicos de los túneles. La Gobernación pedirá que se priorice la instalación de las máquinas del túnel Guillermo Gaviria Echeverri para que se pueda operar con algún tráfico menor a finales de 2023.
Claro que desde ya se piensa en un segundo túnel. La Gobernación está estudiando construir un segundo tubo paralelo.
El plan se sustenta en el incremento de la demanda que experimentará la vía al mar en 2025, año para el que está calculada la entrada en operación de Puerto Antioquia.
Según el secretario López, ya se empezaron a evaluar alternativas para pensar en doble calzada a Urabá, una visión de largo plazo pero con acciones que se pueden estudiar desde hoy como la ampliación de la galería de rescate para que esta sirva de segundo tubo, tal como ocurrirá con el túnel de Oriente.
Se realizarán los estudios definitivos para ponerlos en consideración de la Nación.
Lo que viene para esta tierra siempre se está tejiendo y planeando, pero hay un guiño del pasado que no pasa desapercibido: la vía por donde pasa toda la maquinaria de esta megaobra es la antigua carretera al mar, la trocha que inauguró en 1955 el general Gustavo Rojas Pinilla y que fue el primer corredor completo entre Medellín y Urabá.
Con razón dicen los indígenas Nasa del Cauca que el futuro queda atrás. Y eso lo recordaremos cuando estrenemos en unos años el túnel más largo de América Latina, que será vecino de la primigenia vía al mar que se echó a rodar hace casi un siglo.
CONTEXTO DE LA NOTICIA
ANÉCDOTA
¿POR QUÉ LO BAUTIZARON GUILLERMO GAVIRIA ECHEVERRI?
La construcción de la vía al mar comenzó en 1926 entre el alto de Boquerón y Dabeiba. Al cabo de tres años ya se habían echado a rodar 270 kilómetros y se franqueaba el sitio de La Llorona. Por allá en 1955, el general Gustavo Rojas Pinilla inauguró la carretera al Mar, que en verdad era una trocha. Desde ese momento, Guillermo Gaviria Echeverri, padre del actual gobernador, visionó construir un túnel que acortara las dificultades para cruzar la cordillera. En 2015, el presidente Juan Manuel Santos propuso que el túnel del Toyo llevara el nombre de quien lo había impulsado medio siglo atrás.