POR DANIELA JIMÉNEZ GONZÁLEZ
Cuatro veces se sentó María Rosmery Montoya ayer frente al televisor para ver la misa desde su casa en Sabaneta, al sur del Valle de Aburrá.
Repitió en cuatro ocasiones, por canales distintos, las palabras de los sacerdotes.
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No se perdió ni un segundo de la transmisión del Papa Francisco desde la Basílica de San Pedro y adornó las ventanas con dos moños gigantes de color borgoña.
Piensa en poner afuera, esta semana, mensajes y fotos familiares. Está atenta a los colores de los paños para decorar la fachada: ayer fue rojo, porque según los colores litúrgicos es el del Espíritu Santo, usado por tradición el Domingo de Ramos y en Pentecostés.
Por la pandemia, no hubo una sola procesión en las calles del área metropolitana en el inicio de la Semana Santa. En años pasados, antes de la emergencia, María Rosmery asistía a la homilía de las Siete Palabras en Viernes Santo, en el parque principal de Sabaneta, e incluso se quedaba tomando café con su familia hasta la medianoche.
Los templos, atendiendo a las recomendaciones de las autoridades, amanecieron cerrados. Las casas y los balcones, sin embargo, se vistieron como pequeñas parroquias: las palmas amarradas en las barandas, las telas rojas. En el barrio San Pío, de Itagüí, los vecinos cortaron la palabra Fe en papel iris y la pusieron en la fachada. Hubo también letreros de aliento, escritos a mano: “Dios nos bendiga, amén”.
En la casa de al frente de María Rosmery, su vecino adornó el balcón con un cirio blanco que permaneció encendido el fin de semana.
Lina Rivera, habitante del barrio San Rafael en Envigado, extrañó levantarse temprano ayer, como es costumbre en estas fechas, para preparar la procesión que siempre organiza con sus vecinos.
En Domingo de Ramos su cuadra se encendía con la banda marcial y las hileras de feligreses. Por la emergencia y, en un intento por mantener esa cotidianidad que ahora parece lejana, decoró los muros y ventanas con pañuelos rojos, encendió música de alabanza.
“Se siente extraño. Nunca había ocurrido algo así, pero no perdemos la esperanza. Hoy el silencio nos acompaña”, dijo.
En Medellín existen alrededor de 340 parroquias, que ayer celebraron las Eucaristías sin la presencia de los fieles y solo fueron transmitidas por redes sociales, según Diego Díaz Uribe, delegado arzobispal para Comunicaciones de la Arquidiócesis de Medellín.
Díaz insistió que, con la situación actual, tan difícil para algunos creyentes, es necesario asumir nuevas formas para conmemorar la pascua.
Margarita Cano, habitante del barrio Santa Mónica de la comuna 12 de Medellín, rodeó su vivienda con la bandera de Colombia, como si se tratara de una banda presidencial. Era la misma bandera con la que engalanaron su vivienda en el último mundial de fútbol para alentar al equipo. Ayer tuvo otro uso. En época de Semana Santa, dijo, “es señal de que permanecemos unidos en esto que estamos pasando”.
María Rosmery mencionó, incluso, que tomará muchas fotos de las aceras así, sin personas. Es que esto es histórico, comentó, nunca antes visto por ella en sus 68 años. Tanta soledad. Sostiene un cuadro gigante con el rostro de Jesús, que usará como monumento este Jueves Santo.
Desde su televisor vio también la Eucaristía de la Catedral Basílica Metropolitana de Medellín, grabada con sus asientos vacíos y, de acuerdo con el padre Díaz, con la presencia física de solo cuatro personas: los sacerdotes, el servicio litúrgico y las cámaras que trasmitieron en toda la ciudad una ceremonia única y vivida a la distancia .
CONTEXTO DE LA NOTICIA
LA MICROHISTORIA
RECUERDE PASAR EL TIEMPO EN CASA
Mientras pocos fieles cruzaban la calle con guantes, tapabocas y hasta ramos, en las afueras de la parroquia La Divina Eucaristía de Envigado resaltaba un aviso blanco e impreso sobre la puerta: “El precepto de la misa se puede cumplir en casa participando en la celebración por televisión, radio o internet y realizando la comunión espiritual”. Diego Díaz precisó que esta es, precisamente, la principal recomendación