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Déjele pago un café al que lo necesite, idea ‘italiana’ que da esperanza en hospital de Medellín

FOTO: JULUI CESAR HERRERA
Cristian Álvarez Balbín

Con este programa usted puede pagarle una bebida o un alimento a alguien del hospital que lo necesite. Hay otros proyectos para pacientes y cuidadores.

Imagine, lector, ser usted un acompañante de un paciente venido de un lejano pueblo. Ambos llegan a un centro asistencial para una rápida cita de control con los escasísimos recursos que lograron conseguir.

TOMADA DE: elcolombiano.com

Archivo:ElColombiano.svg - Wikipedia, la enciclopedia libre

Sin embargo, el paciente llega en tan crítico estado que el médico ordena de inmediato su hospitalización. Usted como cuidador, con mucho esfuerzo, solo tiene para el desayuno de ese día. Y ni pensar en un refrigerio. ¿Los demás días que comerá?

Esta es una de las tantas angustias que enfrentan acompañantes y pacientes de los centros médicos día a día. Por fortuna, un hospital de la ciudad tiene una iniciativa que al menos alivia esta pesada carga a tantas personas que la padecen.

El San Vicente Fundación implementa un programa conocido como Un Café Pendiente, iniciativa sencilla pero a la vez poderosa que manda un gran mensaje de esperanza aún en medio de las afugias económicas que viven los centros hospitalarios del Aburrá.

Un Café Pendiente es una estrategia que surgió en Italia en 2008 y que consiste que una persona de escasos recursos puede consumir en algún establecimiento un café que otro cliente dejo pago.

“Adaptamos esta iniciativa desde mayo de 2022 con dos de las cafeterías que funcionan 24 dentro del hospital y nos basamos en la solidaridad y la confianza para brindar una bebida caliente y/o un alimento”, explicó Mónica Cuartas Vélez, coordinadora de Trabajo Social del Hospital.

En dos de las cafeterías del San Vicente las personas que quieran reclamar uno de estos alimentos puede observar su disponibilidad en un tablero y acorde a ello puede pedirlos. Cualquier persona, desde empleados, donantes, visitantes pueden dejar pago su café. De hecho, con una donación de $21.000 se pueden dejar pagos hasta tres desayunos completos. La priorización de los beneficiarios la hacen los empleados del hospital quienes, gracias a su ojo “clínico”, identifican quienes pueden ser susceptibles de la ayuda y los encaminan a reclamarla.

“Cualquier persona, desde acompañantes hasta colaboradores internos y externos, pueden reclamar su café pendiente. Todos los seres humanos somos agresivos, violentos y depresivos cuando tenemos hambre. ¿Usted sabe lo que significa que luego de haber trasnochado con frío, tristeza y desesperación porque no tiene como comer, se encuentre que puede desayunar gracias a otra persona? Eso trae paz en el alma, tanto del que recibe, pero también para el que da”, apuntó Isabel Arroyave, líder de Experiencia del Paciente y su Familia del San Vicente

Por ahora la estrategia ha tenido geniales resultados y ya se han entregado más de 7.000 cafés pendientes. Y los casos de “conchudos” que buscan comer de gratis no se han presentado toda vez que la misma gente es muy consciente de que si abusan de la estrategia alguien más se va a quedar sin la oportunidad de tenerla disponible.

Todos cuentan
Sin embargo, en esa cruzada por la humanización de cuidadores y pacientes que viene realizando el San Vicente, también se tienen en cuenta las nuevas tendencias familiares en las que las mascotas se han ganado su lugar, incluso en los centros médicos. Hay un programa de intervención de pacientes asistida con animales que es apoyado por la Fundación Huellas Sanadoras. Esto convirtió al San Vicente en tal vez la primera institución del país que abrió el acceso a los animales. Si bien al principio fue complejo por los trámites, hasta hoy el programa sigue porque aporta mucho a la reducción del nivel del estrés de pacientes, acompañantes y personal médico.

“La presencia de los animales es terapéutica. Cuando uno puede acariciar un perro o jugar con un perro, eso libera endorfinas y baja el nivel de cortisol”, comentó Cuartas.

Además, las mascotas de los pacientes también pueden ir al hospital a visitar a sus dueños. Simplemente se pide que el animal tenga sus vacunas al día y esté desparasitado, así como que tenga sus uñas cortas para evitar lesiones. “El viernes pasado tuvimos la visita de un perrito criollito a un paciente. El mero contacto con el pelaje del animal le mejoró la frecuencia cardiaca. Fue un momento muy emotivo”, narró Arroyave.

Cuidados del cuidador
Una última cuestión que abordan los programas de humanización en el San Vicente tiene que ver con el bienestar mutuo de cuidador y paciente. Porque hay dos verdades en los hospitales: el desgaste de un familiar cuidador es tan grande que puede terminar muy enfermo. Además, un paciente que se siente angustiado por las afugias de su cuidador, simplemente no se recupera.

Por eso desde pandemia se viene implementando el programa Cuidarse para cuidar, enfocado esencialmente en los cuidadores de los pacientes, que son principalmente familiares que se envuelven tanto en su rol que pierden el sentido de su propia vida porque se dedican totalmente al cuidado.

“Comenzó cuando vimos la necesidad de acompañamiento que tienen los cuidadores porque o permanecían todo el tiempo sin poder salir o porque estaban en su casa todo el tiempo y el paciente en el hospital, hecho que los descolocaba. Son cuidadores que se les olvida decir ‘¡Ya no doy más!’ o se les olvidó que es una salida a cine porque se quedaron en ese rol de cuidador. Ya desde 2023 lo tenemos instaurado para los cuidadores de los pacientes de UCI y UCE y con ellos trabajamos temas como reconocimiento de emociones, autocuidado, derechos y deberes de cuidadores, así como las redes de apoyo”, dijo Cuartas.

Los talleres incluyen actividades lúdicas, meditaciones, lecturas, juegos de reconocimiento, y charlas con expertos externos. Estas actividades semanales también pueden incluir a toda la familia del paciente para que se dé un diálogo en el que los demás miembros entiendan que los cuidadores también necesitan sus espacios y que estos se ofrezcan para realizar relevos en el cuidado.

“Hubo una cuidadora que después de darle el alta hospitalaria al paciente para seguir el tratamiento en su casa, ella seguía viniendo. Ella decía que esos miércoles eran su espacio y que además así alguien de la familia la relevaba en esas dos horas”, recordó Arroyave.

El programa se ha vuelto esencial para esos cuidadores de pacientes de largas estancias de hasta ocho meses en el San Vicente que gracias a estrategias como esta su permanencia en el hospital no se vuelve tan traumática. Entre 2023 y 2024 se han hecho 80 talleres con más de 500 participantes.

“Con estrategias como estas acá buscamos que las familias se empoderen y que esa permanencia en los hospitales sea una experiencia no tan dura. Que sean conscientes que en el San Vicente pensamos en ellos y para ellos. Que entiendan que esto es una sinergia porque si el cuidador está triste o porque aguanta hambre, el paciente no se va a recuperar. O si el paciente intuye que nadie viene a visitarlo porque no tienen como, ese paciente no se va a aliviar. Pero si ve que su familia está presente, que su cuidador tiene como distraerse, todo eso ayuda a recuperarse”, apuntó el hospital.

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