Así es la iniciativa que busca agregar tres divisiones más, con ascenso y descenso, al fútbol colombiano.
Pasar de 36 a 240 clubes profesionales, es decir, de 900 jugadores a 12.000; generar 5.250 empleos directos y permitir que cientos de jóvenes puedan vivir del fútbol, son algunas metas a las que le apunta el proyecto de ascenso y descenso en cinco categorías presentado por el dirigente Jesús Alberto Ramírez a la Federación y a la Dimayor, los dos entes que regulan este deporte en Colombia.
La iniciativa, denominada Fútbol Naranja, busca que a la Primera y Segunda que ya existen, se sumen la Tercera, Cuarta y Quinta. También contempla que la Liga Femenina, que acaba de coronar a Santa Fe como campeón en su cuarta edición, tenga segunda división.
En la mayoría de ligas que ocupan el top-20 en el ranquin Fifa existen varias categorías: Inglaterra, por ejemplo, tiene 11 contando elencos aficionados; Argentina realiza seis torneos al año en los que en cinco de ellos los equipos se juegan cada año su ascenso. España y Brasil tienen cuatro divisiones profesionales cada una; e Italia, tres, para solo mencionar algunas naciones.
La idea, que según sus gestores está sustentada en una investigación que tardó dos años, revolucionaría la industrial del balompié colombiano. Y aparte de elevar el nivel técnico y ayudar en la solidez económica, evitaría que muchas carreras deportivas de muchachos se trunquen por falta de oportunidades.
¿En qué consiste este sistema?, ¿qué implicaciones tendría?, ¿cuáles serían los costos?, ¿estamos preparados para implementarlo? Muchas son las preguntas que el aficionado se hace en relación con este tema viral en las últimas semanas, luego de ser presentado en la Cámara de Representantes y después de que el presidente Iván Duque le pidiera, el pasado 11 de diciembre, al ministro de Deporte, Ernesto Lucena, iniciar gestiones con la Dimayor para crear la Primera C.
El mandatario, conocedor de la propuesta desde su campaña electoral con sus asesores, habló de la abundancia de talentos y escenarios deportivos aptos en varias regiones.
De los 1.123 municipios del país, hoy solo 25 disfrutan de la fiesta con los elencos del rentado.
Grandes alcances
“El desarrollo de este deporte en nuestro medio no se puede limitar a la conocida rama profesional, dividida en los torneos de la A y de la B. Tras el análisis encontramos elementos para creer firmemente en las 5 divisiones, todas con sistema de ascenso de dos equipos por temporada (12 meses) en cada una de ellas”, apunta el director Ramírez, al señalar que, de concretarse, movería entre 80 y 100 millones de dólares, aportados por la empresa privada local e inversionistas extranjeros, y el Estado.
Agrega que este permitiría una operación con 400 equipos y un incremento cercano al 10% al costo de las fichas (derecho de afiliación a la Dimayor) de los clubes que hoy en día están en la máxima categoría.
“Con mayor cantidad de jugadores en competencia mejorará el espectáculo, habrá mejor rendimiento económico para las instituciones, más transacciones nacionales e internacionales y fortalecimiento de esta disciplina”, añade este abogado egresado de la UPB, que fue entrenador y director deportivo de los seleccionados de Antioquia.
Llevar a cabo el programa también tendría implicaciones en el componente social, pues la mayoría de futbolistas en Colombia proviene de estratos socioeconómicos bajos.
Son jóvenes que persiguen detrás de un balón el progreso individual y el de sus familias. Lo anterior se refleja en el sondeo hecho en la investigación que sirvió de soporte a la formulación de la propuesta Fútbol Naranja con 258 jugadores amateur entre los 8 y 17 años, y sus respuestas sobre el porqué quieren ser profesionales.
El 83 % respondió que “para ayudar a la familia”, el 3 % “para ser famoso”, el 5 % “para ser rico” y el 9 % no supo y no respondió.
De ellos, el 38 % son de estrato 3, el 26 % del 2, el 14 % del 4, el 9 % del 1, el 8 % del 5 y el 5 % son chicos que viven en sitios denominados “casa hogar” de los clubes profesionales donde hospedan a quienes vienen de otras regiones o son de la ciudad y sus familias no tienen recursos para sostener su alimentación y estudio.
Darle el rótulo de profesional a un jugador de cualquiera de estas divisiones obligaría a los clubes, por mandato Fifa, a firmarles contratos de trabajo y ofrecerles garantías en seguridad social. De ahí que se requiere, advierte el representante de los futbolistas en Colombia, Carlos González Puche, “de mucho compromiso y organización”.
Paso en firme
Pensar en que el proyecto Fútbol Naranja se concrete a corto plazo resulta complejo y de eso son conscientes sus promotores, entre los que también aportaron ideas Juan Esteban Montoya, Felipe Paniagua, el español David de la Peña y el argentino Pablo González, así como los exfutbolistas Iván Ramiro Córdoba y Juan Pablo Ángel.
Iniciar la Primera C en 2021, como sugirió el presidente Duque, sería prematuro por el montaje que ello implica. Otra opción surgida en los últimos días es comenzar, de entrada, con los ascensos en Cuarta y Quinta, y luego darles forma a las demás.
El 2022 sería una fecha más acorde, pues antes tendrían que reformarse los estatutos de la Dimayor y lograr que algunos clubes afiliados cedan, puesto que muchos ven amenazados sus intereses económicos con este proyecto.
Ellos, con poca inversión, han permanecido en Segunda categoría mucho tiempo y perciben ganancias por derechos de televisión que son, en la actualidad, el salvavidas del fútbol. Estar ahí es tan rentable que una ficha en la Primera B está cotizada entre 15.000 y 18.000 millones de pesos, contó Ramírez.
Un dato para tener en cuenta es que el ascenso a Primera División apenas se instauró en Colombia en 1991 y el primer campeón fue Envigado Fútbol Club en un certamen que reunió 10 equipos. Antes hubo torneos en esta categoría en 1966 y 1968, y el de Reservas entre 1978 y 1981, pero no daban cupos en la A que nació en 1948.
Movería mucho dinero
En el presupuesto presentado por Fútbol Naranja aparece que el recaudo total por inscripciones y fichas, incluyendo las tres nuevas categorías, sería de 162.000 millones de pesos (ver tabla con costos). La idea es que cada departamento del país tenga, por lo menos, un club profesional.
Este dinero se destinaría al fortalecimiento del fútbol asociado masculino y femenino a nivel nacional y regional. La distribución que se propone es del 70 % para la Dimayor y y clubes afiliados, el 15 % para la Federación, el 10 % para la Difútbol y el 5% para el desarrollo del balompié femenino.
Igualmente, se plantea la necesidad de establecer una estrategia, con el apoyo del Gobierno, para evitar el lavado de activos y el ingreso de recursos provenientes de actividades ilícitas.
Los dirigentes de la Federación y la Dimayor, que no se han pronunciado al respecto, tienen en sus manos el plan que cuenta con el guiño presidencial y que podría poner a Colombia a la par de las potencias del más popular de los deportes en el mundo.