La comunidad de Landázuri permanece consternada y se pregunta quién era la mujer protagonista de este extraño ritual y si actuó bajo algún trastorno mental.
Un insólito episodio causó asombro y rechazo entre los habitantes de Landázuri, Santander, luego de que una mujer profanara una tumba en el cementerio municipal con el propósito de asear y cambiar de ropa al cuerpo de un joven sepultado hace tres meses.
El hecho ocurrió en la mañana del miércoles, cuando la mujer, aprovechando la ausencia temporal del sepulturero, quien se encontraba incapacitado por dengue, ingresó al camposanto, retiró la lápida de una bóveda y extrajo el féretro.
Según testigos, abrió la tapa del ataúd, comenzó a hablarle al cadáver como si estuviera vivo y le mostró la ropa nueva que le había comprado en los almacenes del pueblo.
“Voy a comprarle uno mejor, papacito”, se le escucha decir en un video grabado por el sepulturero, que llegó al lugar al ser alertado por visitantes del cementerio. En la grabación se observa cómo la mujer dialoga con el fallecido, identificado como Diego Expedito Moreno Rojas, a quien le profiere palabras de cariño y reproche mientras sostiene un jean que supuestamente le iba a poner.
El párroco de Landázuri, padre Bayron Alexander Martínez, confirmó al medio Ecolecúa que Moreno Rojas fue asesinado el 24 de julio de 2025 en el parque de Cimitarra y que su cuerpo fue trasladado a ese municipio para su sepultura.
El sacerdote relató que la mujer, incluso, había llevado jabón, desodorante y crema dental, con la aparente intención de “bañarlo y arreglarlo”.
El sepulturero, aún convaleciente, intentó detenerla sin éxito. Mientras fue a buscar ayuda, la mujer ya había llenado un balde con agua y empezaba a limpiar el cuerpo.
Al regresar, el trabajador del cementerio encontró una escena aún más tensa: un hombre armado con un machete trataba de impedir que continuara con el acto, pero fue contenido por tres policías que llegaron justo a tiempo para evitar una tragedia.
Los uniformados redujeron y esposaron a la mujer, que se resistía a dejar el ataúd. Testigos aseguran que otra mujer, mayor, observaba la escena entre lágrimas mientras lamentaba la situación.
“Fue un acto sin precedentes en este pueblo”, comentó el párroco, quien informó que el sepulturero volvió a colocar el féretro en su bóveda y repuso la lápida.
