Cristian Camilo Durán y María Fernanda Ossa, formados en El Balcón de los Artistas de Manrique, viajarán a Chile en 2026 para representar a Colombia en el Mundial de la Salsa. Su historia, marcada por el arte, disciplina, lesiones y el sueño de ser los primeros representantes de la ciudad en esta categoría.
En lo más alto del barrio Manrique hay un lugar donde la música se apodera de todo el espacio. Allí, solo quienes llevan años aprendiendo logran escuchar y seguir el uno, dos, tres que marcan los maestros. En ese escenario se formaron Cristian Camilo Durán y María Fernanda Ossa Romero, una pareja de baile surgida casi por casualidad y unida hoy por la misma vida artística.
Ellos pertenecen al Balcón de los Artistas, una de las academias de danza más emblemáticas de Medellín, y se preparan para representar a Colombia en el Mundial de la Salsa 2026, que se celebrará en Chile.
“Es una satisfacción muy grande cuando uno es la única pareja de Medellín entre varias de Cali o Bogotá. Uno dice: en Medellín también se están haciendo las cosas bien”, comentó Cristian, con el orgullo de haber obtenido este honor en la capital mundial de la salsa, Cali.

Un sueño que nació en Manrique
La historia de ambos se forjó entre las calles empinadas de Manrique, donde el arte y la danza se han convertido en una forma de vida. En El Balcón de los Artistas encontraron no solo un espacio de formación, sino una familia. Allí crecieron, aprendieron y descubrieron la posibilidad de transformar el talento en un proyecto de vida.
“El Balcón ha exportado excelentes parejas que hoy día todavía siguen, aunque muchas ya como independientes. Pero nosotros somos la nueva generación, la que vuelve a llevar el nombre del Balcón al mundo”, explicó Cristian.
Conozca: ¡Qué orgullo! Bailarines paisas ganaron competencia internacional de salsa cabaret en México
El camino no ha sido sencillo. María Fernanda recordó que su vínculo con el arte empezó desde pequeña, cuando su abuela la inscribió en clases de ballet. “Desde los siete hasta los catorce hice ballet seguido, en el Ballet Metropolitano. Pero tuve una lesión de rodilla, y me tocó escoger. Elegí quedarme bailando salsa porque es más mi esencia. El ballet es muy lineal, todas tienen que ser iguales; en cambio, en la salsa uno puede meter su estilo, su expresión, su cosa”.
Entre el ballet y la salsa
La formación en ballet de María Fernanda, sin embargo, marcó su técnica y la diferencia en el escenario. “Es muy diferente una línea mía a una línea de una mujer que solo baila ese ritmo, porque soy más estética, más elástica. Tengo más foco, más técnica, y eso me funciona a la hora de bailar”, explicó.
Cristian, por su parte, combina la disciplina con la sensibilidad. Aunque la salsa cabaret es su principal enfoque, reconoció el valor de otras expresiones: “En Medellín hay muy buenos ballets y compañías folclóricas que han exportado bailarines. Pero en salsa cabaret somos pocos. Cali tiene más escuelas, más espectro. Aun así, aquí se está creciendo, y nosotros queremos ser parte de eso”.

Ambos coinciden en que Medellín es un semillero de talento. La ciudad, más allá de su fama por el tango o el reguetón, también vibra al ritmo de la salsa, aunque aún con limitaciones. “Hay pocas escuelas de salsa cabaret con acrobacias que preparen a bailarines para competencias internacionales. Pero eso también nos impulsa a trabajar más”, afirmó Cristian.
El cuerpo como instrumento y frontera
Detrás de cada acrobacia y coreografía hay horas de ensayo, lesiones y perseverancia. María Fernanda lo sabe bien: “Mi lesión de rodilla fue muy rara porque nunca se descubrió cuál fue el motivo. Hice terapias, acupuntura, de todo, pero el dolor persistía. Ya después decidí no prestarle tanta atención y aprendí a distraer el dolor”.
Cristian también ha cargado con las marcas del esfuerzo. “Tuve situaciones con los dos hombros. Hay cosas que no puedo hacer, pero uno baila por encima del dolor”, dice entre risas. De igual manera, ambos se cuidan mutuamente en el escenario. “Ella trabaja con su cuerpo, y trato de cuidarla. Ellas son las que vuelan, las que tienen más riesgo de lesiones”, añadió.
Su complicidad es evidente: cuando bailan, el público no ve el dolor ni las horas de práctica, sino la conexión de dos personas que se entienden y aman lo que hacen.
El legado del Balcón de los Artistas
Desde hace más de tres décadas, El Balcón de los Artistas ha sido un símbolo del talento artístico en Medellín. Fundado en 1992, ha formado a cientos de bailarines en disciplinas como salsa, tango, contemporáneo, urbano y folclor.
El grupo ha representado al país en competencias internacionales y ha ganado reconocimientos en certámenes como el Festival Internacional de Tango de Medellín, donde ha sido campeón en la categoría de grupos de tango escenario. Hoy, bajo la guía de una nueva generación de instructores, sigue siendo un espacio de formación artística, inclusión y transformación social.
Siga leyendo: Medellín será una pista de baile durante esta semana: aquí le damos los detalles para que no pierda el paso
“El Balcón no solo enseña a bailar, sino a construir disciplina, respeto y familia”, afirmó Cristian, quien además imparte clases a niños y adolescentes en la academia. María Fernanda, por su parte, combina los ensayos con su formación profesional: planea estudiar Pedagogía en Educación Infantil y especializarse en enseñanza artística para niños con diferentes capacidades cognitivas.
Próximos pasos: el futuro que baila
Aunque hoy su atención está puesta en el Mundial de la Salsa 2026, ambos tienen claros sus objetivos más allá de la competencia. “La carrera del baile no es la más larga. El cuerpo se cansa, por eso hay que tener un plan B. En mi caso, quiero ser psicólogo y seguir formando a otros bailarines, como lo hace hoy Doña Marta”, dijo, Cristian.

María Fernanda, en cambio, no se imagina fuera del escenario: “Toda mi familia baila. Si no fuera bailarina, sería muy raro. Esto es lo que soy”.
En cada ensayo, en cada caída y cada aplauso, ambos demuestran que el arte no solo se baila, sino que también se habita. Desde Manrique, una comuna que ha tenido un pasado complejo, pero ahora será reconocida como la cuna de la salsa cabaret en Medellín.

 
      
     
      
     
      
    

