Foto: Brocken Inaglory – Wikimedia
La tortuga verde logró lo impensable al recuperarse de la extinción, un renacer que une ciencia, comunidades y esperanza por los océanos.
Por: Maria José Amariles Echeverri
La tortuga verde—una de las especies más emblemáticas de los océanos tropicales— ha logrado lo impensable: salir oficialmente de la lista de especies en peligro de extinción, después de décadas de estar al borde de la desaparición. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) la reclasificó recientemente como de “preocupación menor”, un cambio que representa uno de los mayores triunfos ambientales en la historia de la conservación marina.
Cómo se logró su recuperación
La clave de este renacimiento marino fue la cooperación internacional. Países con presencia en zonas tropicales coordinaron políticas de protección, regulaciones pesqueras y campañas educativas que involucraron a pescadores, turistas y habitantes locales.
Según la UICN, la población global de tortugas verdes aumentó un 28 % desde los años setenta, gracias a acciones conjuntas como:
- Prohibición del comercio internacional de caparazones y carne.
- Creación de santuarios costeros y marinos para proteger playas de anidación.
- Control de la pesca industrial y uso de dispositivos que reducen capturas accidentales.
- Monitoreo científico y educación ambiental en comunidades pesqueras.
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“El caso de la tortuga verde demuestra que la cooperación entre gobiernos, científicos y comunidades sí puede revertir una crisis ambiental”, señaló Roderic Mast, copresidente del Grupo de Especialistas en Tortugas Marinas de la UICN.
Por su parte, Christine Madden, líder del programa de conservación de tortugas marinas del WWF, describió este logro como “un gran triunfo global”, aunque insistió en que aún no es momento para bajar la guardia.
Los retos que aún ponen en riesgo la recuperación de la tortuga verde
A pesar de su avance, la especie no está completamente a salvo. Las amenazas del cambio climático, la contaminación marina y la pérdida de playas de anidación siguen siendo riesgos permanentes.
En lugares como la isla Raine, en la Gran Barrera de Coral, el aumento de la temperatura de la arena altera el equilibrio natural de los huevos: nacen muchas más hembras que machos, lo que podría afectar su reproducción a largo plazo.
Además, la erosión costera, la iluminación artificial en playas turísticas y las redes de pesca continúan cobrando miles de vidas cada año.
En el Pacífico Este, su presencia se extiende desde California hasta Chile, con una fuerte conexión entre las poblaciones del Perú y las islas Galápagos. En Colombia, se avistan con frecuencia en el Parque Nacional Gorgona y el Golfo de Urabá, donde los programas de protección han permitido mantener una población saludable.
Guardianas del equilibrio marino
Las tortugas verdes no solo representan una victoria ambiental; también son piezas clave para la salud de los ecosistemas oceánicos.
Se alimentan de pastos marinos y algas, lo que ayuda a mantener limpias las praderas submarinas y a favorecer la producción de oxígeno en el mar. Sin su presencia, los ecosistemas costeros perderían a sus principales “podadoras naturales”, afectando la biodiversidad y la calidad del agua.
Estos animales pueden alcanzar hasta un metro de longitud y 150 kilos de peso, y vivir más de 80 años. Su retorno a los mares es una prueba de que la naturaleza puede recuperarse si se le da tiempo, espacio y protección.
Un llamado a no bajar la guardia por la tortuga verde
Mientras la tortuga verde celebra su recuperación, otras especies marinas siguen en riesgo. El mismo informe de la UICN advierte que más de 48.000 especies permanecen amenazadas, entre ellas varias focas árticas cuyo hábitat desaparece a causa del deshielo.
La historia de la tortuga verde deja una lección clara: la conservación no tiene fin. Cada década de esfuerzo puede revertir siglos de daño, pero una sola generación de descuido puede borrar lo ganado.
Su recuperación no solo marca un triunfo ecológico, sino también una invitación global a proteger los océanos, los verdaderos pulmones del planeta.











