ECUADOR: La trampa de la baja productividad que limita los salarios y el potencial de la dolarización en Ecuador

ECUADOR:

HECHO. Solo una pequeña parte de las empresas en Ecuador son realmente productivas.

Ecuador paga salarios bajos y no logra aprovechar plenamente la dolarización para crecer y generar empleo formal. El villano no es el FMI, o el neoliberalismo, sino la baja productividad.

Durante más de una década, la economía ecuatoriana ha crecido poco y, sobre todo, ha generado menos ingresos de los que podría. Detrás de este problema hay una causa estructural: la baja productividad.

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Así lo concluye el estudio ‘La paradoja de la productividad interdicta’, publicado en la revista Cuestiones Económicas del Banco Central del Ecuador (BCE), que analiza por qué el país produce menos valor por trabajador que otras economías y cómo eso impacta directamente en los salarios, el empleo formal y el desempeño de la dolarización.

El ingreso por ecuatoriano apenas crece un poco más que cero
Entre 2014 y 2024, el crecimiento promedio anual del PIB per cápita, o ingreso por persona, fue de apenas 0,31%, una tasa insuficiente para mejorar de forma sostenida el nivel de vida. En términos históricos, el rezago es más claro: en setenta años, el PIB per cápita de Ecuador frente a Estados Unidos no logró converger. Tras alcanzar picos durante los booms petroleros, volvió a caer y, luego de la pandemia, se ubicó por debajo del 19% del ingreso estadounidense, evidenciando una brecha persistente de productividad.

Un ecuatoriano gana, en promedio, menos del 20% que un estadounidense y no es culpa del FMI o el neoliberalismo.

¿Qué tan baja es la productividad ecuatoriana?
El estudio, realizado por José Luis Massón-Guerra, PhD en Economía, Administración y Organización de la Universitat Autónoma de Barcelona, muestra que el crecimiento económico de Ecuador se ha sustentado más en sumar trabajo y capital que en producir mejor. La productividad total de los factores, que refleja qué tan eficientemente se combinan trabajo, capital y tecnología, creció en promedio solo 0,51% anual entre 1954 y 2023, y en términos relativos frente a EE.UU. incluso se redujo. En la última década, la inversión perdió peso, el capital por trabajador se estancó y la productividad laboral avanzó menos que los salarios reales.

La baja productividad se puede explicar con un ejemplo: dos personas trabajan las mismas horas, pero una lo hace con maquinaria moderna, tecnología, capacitación y procesos eficientes, mientras la otra trabaja con equipos obsoletos y poca organización. Aunque ambas se esfuercen igual, la primera produce más valor. En Ecuador, muchos trabajadores operan con menos capital por persona y baja incorporación tecnológica, por lo que el esfuerzo no se traduce en mayor producción ni en mejores ingresos.

Una economía poco productiva hunde varios beneficios de la dolarización ecuatoriana
En una economía dolarizada no existe la opción de devaluar para ganar competitividad. Por eso, la productividad es clave. Massón-Guerra señala que Ecuador no ha desarrollado los “refuerzos institucionales” necesarios, como mercados más competitivos, inversión sostenida, innovación y reglas claras, para que la estabilidad monetaria se traduzca en mayor producción, más exportaciones y mejores salarios. Sin productividad, la dolarización se vuelve neutral frente al crecimiento. Por eso, Ecuador crece poco.

Otro obstáculo estructural es la mala asignación de recursos. Según Massón-Guerra, más del 90% de las empresas son microempresas, pero generan una fracción mínima de las ventas, mientras que un grupo muy reducido de grandes firmas concentra la mayor parte de la producción. Esta estructura limita los encadenamientos productivos, reduce la innovación y frena la productividad del conjunto de la economía.

La baja productividad explica por qué los ecuatorianos tienen salarios bajos
Cuando la productividad no crece al ritmo de los salarios, los costos laborales por unidad producida aumentan. Esto reduce los incentivos para contratar formalmente.

El resultado es menos empleo adecuado, más informalidad y subempleo, y menor capacidad de las empresas para invertir y crecer.

Desde 1990, los salarios reales se multiplicaron por 2,5, mientras que la productividad laboral creció mucho menos o incluso cayó. Esta desconexión no es sostenible en el tiempo. Sin aumentos de productividad, de acuerdo con Massón-Guerra, los salarios no pueden seguir creciendo de forma generalizada sin afectar el empleo, la inversión o la competitividad. (JS)

¿Cómo salir de la trampa de la baja productividad?
Para romper la trampa de la baja productividad se requiere abandonar una lógica centrada en el corto plazo y avanzar hacia una estrategia económica de mediano y largo plazo.

1.- Fortalecer las instituciones económicas para que promuevan mayor competencia, reduzcan distorsiones y generen reglas claras y estables. En mercados más competitivos, las empresas tienen incentivos reales para innovar, invertir y mejorar su eficiencia; cuando predominan barreras, trámites costosos o rentas protegidas, la productividad tiende a estancarse.

2.- Impulsar la innovación, la tecnología y la capacitación del capital humano. Ecuador invierte poco en investigación y desarrollo y adopta lentamente nuevas tecnologías. Sin mejoras en conocimiento, procesos productivos y habilidades laborales, es difícil producir bienes y servicios de mayor valor agregado. Invertir en educación técnica, formación continua y adopción tecnológica no solo eleva la productividad, sino que abre la puerta a empleos más formales y mejor remunerados.

3.- Mejorar el acceso al financiamiento y profundizar el mercado de capitales. En una economía con bajo ahorro interno, la inversión depende de que existan canales eficientes para movilizar recursos hacia proyectos productivos. Ecuador necesita mayor competencia bancaria, un mercado de capitales más desarrollado y un sistema de pensiones modernizado que facilite la acumulación de capital y reduzca la escasez de financiamiento para empresas con potencial de crecimiento.

4.- Facilitar la reasignación de recursos hacia sectores y empresas más productivas. Actualmente, capital y trabajo tienden a concentrarse en actividades no transables y de baja productividad, donde es más fácil trasladar costos a precios. Se deben eliminar distorsiones que mantienen empresas poco eficientes, reducir costos laborales no salariales y mejorar el funcionamiento de los mercados permitiría que los recursos se desplacen hacia actividades con mayor productividad, innovación y encadenamientos.

5.- Massón-Guerra plantea la creación de un consejo nacional de productividad, inspirado en experiencias internacionales. Este organismo analizaría de manera permanente los cuellos de botella del crecimiento, mejoraría la calidad de las estadísticas productivas, coordinaría políticas públicas entre distintas instituciones y daría seguimiento a una agenda estratégica de largo plazo. La idea es construir una “cultura de crecimiento”, en la que la productividad, la innovación y la eficiencia sean objetivos centrales, más allá de quién esté en el poder.