CRISIS. Los crecientes déficits fiscales crean una deuda que cada vez pesa más a los ecuatorianos.
ECUADOR:
Ecuador gasta más de lo que recauda y se endeuda para cubrir un déficit fiscal crónico. Entre noviembre de 2023 y agosto de 2025, el país elevó su deuda pública en más de $6.700 millones.
En el caso de una familia o una persona, si los ingresos son de $1.000 al mes, pero los gastos son de $1.5000, esos $500 de diferencia no se pueden cubrir de otra manera que endeudándose con préstamos (de bancos, amigos y hasta el chulco) y con la tarjeta de crédito.
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Al final de año, esa familia o persona verá aumentado el monto de lo que debe en $6.000; complicando los pagos más básicos o vitales como la alimentación, la educación, el seguro de salud y hasta las reparaciones necesarias del vehículo.
Esto mismo pasa con el Estado ecuatoriano. Cada año se produce un déficit fiscal, es decir, se registran más gastos que ingresos en el Presupuesto General del Estado (PGE).
Ese hueco que, por ejemplo, fue en promedio de $332,3 millones entre enero y octubre de 2025, solo se puede cubrir con más deuda interna y externa, o acumulando atrasos (pagos pendientes) con proveedores, IESS, entre otros.
Hasta finales de este 2025, el déficit fiscal, en el mejor de los casos, cerrará en alrededor de $4.400 millones; pero incluso podría llegar a $5.600 millones, según Jaime Carrera, miembro del Observatorio de la Política Fiscal.
Ecuador está inmerso en un círculo vicioso. Por un lado, como ya analizó LA HORA, debe endeudarse para cubrir deudas anteriores que se vencen. Esto no aumenta el monto total de la deuda pública porque es cambiar una obligación por otra.
Por otro lado, debe endeudarse para cubrir un déficit fiscal crónico que, de acuerdo con Andrés Rodríguez, economista, es resultado de un Estado que el país no puede pagar y que ahoga la iniciativa privada y la generación de empleo.
El resultado de esta situación es que, entre noviembre de 2023 y agosto de 2025 (último dato disponible en el Ministerio de Economía), el monto total de la deuda pública, o el llamado stock de la deuda, ha aumentado en más de $6.700 millones.
Más de 7% adicional de deuda pública en 20 meses
Según cifras del Ministerio de Economía, en noviembre de 2023, cuando iniciaba su mandato Daniel Noboa, se registraba la siguiente deuda pública a través del presupuesto estatal:
Deuda pública externa: $44.838,27 millones
Deuda pública interna: $25.382,25 millones
Otros pasivos: $3.906,62 millones
Pasivos contingentes: $5.308,49 millones
Deuda con el IESS por prestaciones médicas a jubilados, enfermedades catastróficas, jefas de hogar y discapacitados: $4.969,79 millones
Deuda con el IESS por aporte del 40% al fondo de pensiones: $1.704,3 millones
En total, el endeudamiento público sumaba $86.109,72 millones o 72% del PIB.
Pero, 21 meses después, el endeudamiento público aumentó de la siguiente manera:
Deuda pública externa: $46.129,17 millones
Deuda pública interna: $31.451,80 millones
Otros pasivos: $3.726,02 millones
Pasivos contingentes: $4.170,96 millones
Deuda con el IESS por prestaciones médicas a jubilados, enfermedades catastróficas, jefas de hogar y discapacitados: $5.520,30 millones
Deuda con el IESS por aporte del 40% al fondo de pensiones: $1.832 millones
Así, en total, el stock de la deuda pública aumentó hasta los $92.830,25 millones, es decir, $6.720,53 millones más que en noviembre de 2023 (7,8% adicionales).
El mayor salto, con un 24% más en 21 meses, es en la deuda interna, sobre todo en los bonos comprados por el IESS y bancos privados.
“El Estado ecuatoriano necesita reformas profundas para evitar que el déficit fiscal drene gran parte de la poca liquidez interna que tiene el país y que ahogue las posibilidades de tener más inversión pública y no solo seguir endeudándose para cubrir gasto corriente y pagar vencimientos de deudas antiguas. Este modelo no da más”, apuntó Alberto Rivas, economista con experiencia en mercados internacionales.
Como ya ha analizado LA HORA, el Estado (en Ecuador y en cualquier parte del mundo) no da nada gratis, sino que siempre alguien tiene que pagar el gasto.
Si el presupuesto no está bien financiado, a corto plazo la cuenta se cubre con deuda, pero a mediano plazo eso se traduce en recortes en inversión y en más impuestos o cargas para un sector privado ya en crisis.
Según cálculos de Carrera, 2024 se cerró con un déficit fiscal de $3.107 millones; y, hasta agosto de 2025, el déficit acumulado de este año ya llegaba a los $1.974 millones.
En otras palabras, solo por el déficit explica más del 75% del aumento del stock de la deuda pública.
Por eso, una de las metas estructurales de Ecuador debería ser buscar el superávit fiscal si quiere parar el endeudamiento de mala calidad que el país tiene actualmente; y que inició desde la Constitución de Montecristi, que se creó cuando el precio del petróleo superaba con creces los $100 por barril.
Con parte de la nueva deuda que se ha adquirido en los últimos meses se ha bajado en algo los atrasos, pero el dinero sigue sin alcanzar. De acuerdo con el exministro de Economía, Fausto Ortiz, el Gobierno de Noboa heredó un nivel de atrasos de $5.563 millones en diciembre de 2023 y a agosto de 2025 lo había bajado a $4.056 millones.
En otras palabras, parte de la nueva deuda también fue a pagar en algo las obligaciones pendientes; pero la estructura estatal, que será la segunda más costosa en Sudamérica en 2025, siempre necesita más y más recursos.
En la reciente presentación de su libro ‘En busca de la libertad’, en Quito, Gabriela Calderón, investigadora en Estudios Latinoamericanos del Cato Institute, explicó que Ecuador tiene una presión fiscal mayor que en otros países de la región porque los ciudadanos tienen ingresos bajos.
Un Estado ineficiente se lleva gran parte del pastel, pero provee servicios de mala calidad. Así, se configura un escenario de “carga fiscal de país nórdico con servicios que en algunos casos tiene calidad africana”.
Por eso, para romper el círculo, se necesita repensar en serio al Estado ecuatoriano. (JS)










