Bautizado como MagNav, se presenta como uno de los desarrollos más prometedores en el sector aeroespacial de las últimas décadas
Una nueva estrategia frente a la vulnerabilidad del GPS
La clave de la navegación magnética no reside solo en su precisión, sino en su naturaleza analógica. A diferencia de los sistemas digitales, como el GPS —propensos a interferencias, hackeos o sabotajes, en particular en zonas de conflicto o escenarios de guerra electrónica—, el sistema de detección cuántica resulta intrínsecamente inmune a estos riesgos. En contextos geopolíticos donde el GPS ha sido vulnerado, como Ucrania y Medio Oriente, la capacidad de operar sin depender de señales externas representa una ventaja estratégica y de seguridad de primer nivel.
Las pruebas realizadas por Acubed incluyeron más de 150 horas de vuelo a lo largo del territorio continental de EE. UU. (Pixabay)
Según Jack Hidary, CEO de SandboxAQ, este desarrollo supone el primer sistema de navegación absoluta nuevo en medio siglo. Aunque la intención no es que MagNav sustituya por completo al GPS, su incorporación podría ofrecer un respaldo robusto y un mecanismo de verificación ante posibles suplantaciones de señal. La arquitectura basada en la comparación de firmas magnéticas la dota de una autonomía y resistencia superiores a las de los sistemas únicamente digitales, por lo que aporta una capa extra de confiabilidad.
Más allá de la aviación comercial y militar, las posibilidades que abre esta tecnología son numerosas. En defensa, la detección cuántica podría aplicarse para la ubicación de submarinos y túneles bajo tierra, mientras que en salud, permitiría diagnósticos no invasivos al detectar las débiles señales magnéticas originadas por el cerebro y el corazón. Se estima que para el año 2040, el mercado relacionado con estas aplicaciones podría alcanzar entre 1.000 y 6.000 millones de dólares.
El desarrollo de una “brújula cuántica” capaz de guiar a las aeronaves sin depender exclusivamente del GPS anticipa un cambio profundo en la aviación global. Para las fuerzas aéreas, aerolíneas y autoridades nacionales, esta innovación se traducirá en mayor seguridad e independencia estratégica ante amenazas externas, consolidando una nueva era donde la autonomía tecnológica en el cielo será fundamental.