Así lo confirma una nueva evaluación global en la que se concluyó que las 133 especies del género Dracula, presentes en Colombia y Ecuador, se encuentran en riesgo debido a la pérdida de hábitat, el cambio climático y el comercio ilegal.
En lo alto de los Andes, donde la niebla parece dormirse entre los árboles, y el agua cuelga del aire como una promesa, crecen flores que miran. Algunas sonríen. Otras fruncen el ceño o se encogen como si sintieran frío. Las llaman Dracula, aunque no por vampiros, sino por su forma: “pequeño dragón”, en latín. Son orquídeas que parecen tener cara. O por lo menos, algo parecido a un gesto, una expresión, un alma vegetal atrapada en pétalos. También son orquídeas al borde de la extinción.
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Por primera vez, una evaluación global de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) ha revelado el estado real de estas especies, y el resultado es tan claro como alarmante: casi el 70 % de las orquídeas del género Dracula está en riesgo, pues de las 133 especies analizadas, muchas sobreviven en fragmentos mínimos de bosque o en apenas uno o dos sitios conocidos. Algunas ya no existen en su estado silvestre. Otras viven solo en cultivo, porque el bosque que las protegía se ha ido abriendo como una herida.
Dracula ripleyana. FOTO cortesía Gary Meyer y UICN
El informe fue liderado por investigadores de Colombia y Ecuador, con apoyo de la Universidad de Oxford, y en sus páginas se cruzan datos de campo, herbarios y testimonios locales para trazar una radiografía de lo que aún queda. Por ejemplo, se sabe que las Dracula habitan principalmente en los bosques nublados andinos, uno de los ecosistemas más biodiversos y más amenazados del mundo. Necesitan sombra, humedad constante, temperaturas frescas. Necesitan niebla. Pero sus montañas están cambiando: el bosque cede ante los cultivos de aguacate, el ganado, las carreteras y la minería.
No obstante, la destrucción de hábitat no es su único riesgo. La belleza rara de estas orquídeas ha sido su condena desde el siglo XIX, cuando los europeos iniciaron el comercio masivo de orquídeas tropicales. Y la fascinación continúa, ahora alimentada por internet. Aunque muchos cultivadores operan legalmente, otros siguen buscando ejemplares silvestres, y como es de imaginarse, en poblaciones de apenas unas decenas de individuos, una sola extracción puede ser devastadora.
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Colombia es uno de los dos grandes hogares de este género. En el país florecen especies únicas, en regiones como Nariño, Antioquia o Chocó. Pero la presión es creciente. En Ecuador, la Fundación EcoMinga gestiona la Reserva Dracula, un santuario con al menos diez especies, cinco de ellas exclusivas del lugar. Allí, la conservación se vive desde la comunidad: monitoreo local, agroecología, turismo responsable. Sin embargo, la amenaza no se detiene. Deforestación, minería ilegal y presencia de actores armados rodean cada vez más el bosque.
Dracula navarroorum. FOTO cortesía Luis Baquero y UICN
Ahora bien, ver a las especies de este género es una experiencia inquietante en muchos casos, ¿por qué? Porque sus largos sépalos puntiagudos les dan una apariencia de fauces abiertas. Algunas especies recuerdan monos, otras parecen caricaturas. Se las ha comparado con los pandas: carismáticas, reconocibles, profundamente vulnerables. Y, como ellos, podrían ser emblemas, debido a que la atención que atraen podría jugar a su favor, si se transforma en conciencia.
El estudio fue posible gracias al trabajo de Diogo Veríssimo, Amy Hinsley, Luis Baquero y otros especialistas que llevan años rastreando las pistas de estas flores. Hasta ahora, solo unas pocas especies habían sido evaluadas. Con este informe, el panorama se aclara y pese a que lo que se revela no es alentador, al menos se tiene consciencia de que su extinción ya no es una posibilidad abstracta, sino un proceso en curso.
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Y en ese sentido, tal y como afirman los investigadores, la esperanza no está perdida: existen áreas protegidas, iniciativas comunitarias, proyectos que buscan mantener vivo el bosque; y existe la urgencia de actuar antes de que lo único que quede del género sea su imagen viral.
Preguntas sobre este tema:
- 3. ¿Qué esfuerzos existen para protegerlas?
- Iniciativas como la Reserva Dracula en Ecuador y proyectos comunitarios de conservación y ecoturismo buscan preservar los bosques nublados donde crecen.
- 3. ¿Qué esfuerzos existen para protegerlas?
- Iniciativas como la Reserva Dracula en Ecuador y proyectos comunitarios de conservación y ecoturismo buscan preservar los bosques nublados donde crecen.
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- Iniciativas como la Reserva Dracula en Ecuador y proyectos comunitarios de conservación y ecoturismo buscan preservar los bosques nublados donde crecen.
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