Este fue el legado que dejó tras su fallecimiento.
La medicina colombiana está de luto tras conocerse el fallecimiento del médico Remberto Burgos de la Espriella, quien era considerado el padre de la neurocirugía en Colombia, y uno de los que siempre habló sobre las repercusiones de los cabezazos en el fútbol en la salud de los jugadores.
Remberto Burgos y sus estudios sobre las consecuencias de los golpes en la cabeza en el fútbol
Varios han sido los estudios que se han hecho sobre este problema y Burgos habló siempre claro sobre el tema, más cuando la la FA, organización del fútbol inglés, en alguna ocasión, lanzó un balonazo certero, uno que viene preparando desde hace años, pues ya en 2019 hizo la primera advertencia: planea prohibir –y parece que hora sí es en serio– los golpes deliberados de cabeza en las categorías menores de 12 años.
Su objetivo es prevenir las enfermedades neorológicas que pueden aparecer en el futuro, tras el acumulado trajín de la cabeza, ya sea por los cabezazos al balón, los golpes cabeza a cabeza, o el estrellón contra el suelo.
“Los resultados de estos estudios servirán de base para la elaboración de directrices sobre los golpeos con la cabeza en el entrenamiento en el fútbol profesional y para los amateurs adultos”, dijeron desde la FA tras sus primeros estudios.
Lo que se sabe es que básicamente en esas edades tempranas es cuando el cerebro necesita mayor cuidado. Así lo dijo un experto colombiano, Remberto Burgos de la Espriella, expresidente de la Sociedad Colombiana de Neurología y autor de un documento científico sobre la relación entre el cabeceo y las lesiones cerebrales.
“El proceso de maduración del cerebro llega hasta los 25 años, por eso es bueno tomar medidas seguras para que los niños crezcan sanamente”, le dijo EL TIEMPO en 2019.
Los futbolistas tienen cinco veces más posibilidades de sufrir alzhéimer
Y agregó: “En las ligas infantiles, cuando el cerebro está en plena formación, los muchachos que practican fútbol deben hacerlo con protector encefálico, es decir, con casco. Eso no cambia la esencia del deporte y los niños van a tener cerebros sanos”.
“En las escuelas de fútbol se les debe enseñar a cabecear bien, que sea espontánea. Hay que tener en cuenta dos cosas: una, en lo posible, que el impacto se haga sobre la región frontal y que la región cervical, el cuello tenga músculos fuertes, para que el impulso de atrás hacia adelante tenga menor impacto. Y luego, que haya un adecuado alineamiento sagital, en forma tal de que el cuello mantenga una posición firme y el músculo esté preparado para el impacto frontal”, explicó Burgos en ese instante.
Golpes con la cabeza en el deporte Foto:EL TIEMPO
Willie Stewart es hombre de ciencia: es neuropatólogo. En 2019, el profesor honorario de la Universidad de Glasgow, en Escocia, lideró un ambicioso programa de investigación para determinar científicamente que los futbolistas tienen un alto riesgo de padecer enfermedad neurodegenerativas como consecuencia de los certeros y repetitivos cabezazos.
Encontró que en alrededor de 8.000 exfutbolistas, comparados con más de 23.000 personas de edades y condiciones similares, demostraron que los futbolistas profesionales de ese país tenían 3,5 veces más riesgo de morir de esta enfermedad que la población general.
“Además, concluyeron que los futbolistas tenían cinco veces más posibilidades de sufrir alzhéimer (pérdida de memoria), dos veces más de párkinson (trastorno del sistema nervioso central que afecta el movimiento), y cuatro veces más de esclerosis lateral amiotrófica (enfermedad degenerativa de tipo neuromuscular)”, precisó EL TIEMPO en un informe.
Y agregó: “Keith Pontin no es nombre de científico. Este sí es de futbolista. Fue un defensor central galés que jugó para equipos como el Cardiff City y en la selección de su país, en las décadas del 70 y 80. Pontin viene a colación pues ha sido uno de los casos de estudio. Falleció como consecuencia de una demencia precoz causada por los traumatismos en su cabeza, sufridos a lo largo de su carrera en el futbol. Así lo determinó una investigación publicada el pasado mayo y certificada por un tribunal forense en Pontypridd. Murió en agosto de 2020 a los 64 años por “una encelopatía traumática crónica”, que no es otra cosa que una enfermedad degenerativa del cerebro”.
Otro caso es el de Nobby Stiles, campeón del mundo con Inglaterra en 1966, y quien falleció en 2020 a los 78 años. El jugador padecía demencia en estado avanzado y es otro de los casos asociados a esta situación. Su familia contó al Correo diario que donaron el cerebro al estudio FIELD del Dr. Stewart para que fuera estudiado. Las sospechas de Stewart se confirmaron. “¿Y qué encontraron, doctor?”, era la pregunta ansiosa de la familia Stiles. “Daño severo en el cerebro, un daño que solo puede explicarse si cabeceaba el balón durante el período sostenido de su carrera”, fue el súbito diagnóstico.
«Hay dos cosas. Creo que en las ligas infantiles, cuando el cerebro está en plena formación, los muchachos que practican fútbol deben hacerlo con protector encefálico, es decir, con casco. Eso no cambia la esencia del deporte y los niños van a tener cerebros sanos”, le explicó Burgos a EL TIEMPO. “En las ligas de California, por ejemplo, es mandatorio el uso de casco en los niños que practican fútbol”, agregó Burgos.
El médico fallecido, en esa ocasión, mencionó casos como el del argelino Hocine Gacemi, quien falleció a los 26 años, producto de una fractura de cráneo, tras un doble golpe, primero contra la cabeza de un rival y luego contra el piso. También, el del arquero checo Petr Cech, quien sufrió en 2006 una fractura deprimida, producto de un choque con la rodilla de otro jugador, pero Burgos habló del problema en las categorías menores.
“El proceso de maduración del cerebro llega hasta los 25 años, Por eso es bueno tomar medidas seguras para que los niños crezcan sanamente. ¿De qué sirve que sean grandes si van a tener problemas posteriormente?”, analizó.
Burgos indicó: “En los niños, hasta que el cerebro alcance su madurez, debe haber protección. Segundo, en las escuelas de fútbol se les debe enseñar a cabecear bien, que sea espontánea. Hay que tener en cuenta dos cosas: una, en lo posible, que el impacto se haga sobre la región frontal y que la región cervical, el cuello tenga músculos fuertes, para que el impulso de atrás hacia adelante tenga menor impacto. Y luego, que haya un adecuado alineamiento sagital, en forma tal de que el cuello mantenga una posición firme y el músculo esté preparado para el impacto frontal”.
“Las pruebas neuropsicológicas de jugadores de fútbol en el ámbito profesional son absolutamente diferentes de los que practican otros deportes. El cabezazo en repetición produce traumas en el cerebro y deterioro de capacidades cognitivas”, sentenció Burgos.
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