ECUADOR:
Efrén Maya limpiaba el portal de su vivienda en la manzana 216 de la ciudadela Guayacanes, en el norte de Guayaquil, a las 18:10 del pasado jueves.
En ese momento, un desagradable olor emanaba desde una zanja situada frente a su vivienda, apenas separadas por una vía de dos carriles en la que conductores transitan por ambos sentidos.
“Vivimos con malos olores desde hace unos 20 años, ya nos hemos acostumbrado a esto, pero realmente es muy insalubre”, comentó Maya.
En dicha zanja corre el agua de color negruzco, acompañada de piedras y fundas. Decenas de árboles rodean ese espacio por donde transita el líquido. Pero el ciudadano comentó que las raíces de algunos han empezado a ceder, pues el suelo donde están asentados se está desintegrando hacia el interior de la zanja junto a la vía.
Comentó que hace pocas semanas un árbol situado al lado de la zanja cayó junto a su vivienda. No causó heridos, pero sí daños en líneas telefónicas de esa zona.
Apenas a tres metros de donde cayó el árbol se evidenció una alcantarilla sin tapa, lo que genera un riesgo para los transeúntes, ciclistas y conductores que transitan por esa vía a diario. Incluso una cartera había sido depositada en este espacio, que tenía al menos unos 80 centímetros de profundidad.
La tapa de otra alcantarilla también estaba en mal estado. A un metro de la zanja, los moradores colocan la basura.
Andrea Moncayo, otra moradora, indicó que el carro recolector pasa martes, jueves y sábado. “El problema es que vienen personas de otras zonas a dejar desechos, fundas, incluso traen aquí materiales de construcción. Y los hacheros también dañan las fundas, las rompen”, dijo.
La ciudadana lamentó, asimismo, la deficiente iluminación en el lugar. Indicó que las luminarias ya instaladas no bastan en el sitio.