La culpable, que le vendaba los ojos para que no reconociera a los agresores, acaba de ser condenada a más de 25 años de cárcel.
Durante cinco años una madre explotó a su hija menor de edad obligándola a tener relaciones sexuales con diferentes hombres adultos que le pagaban a ella. Este hecho aberrante ocurrió en un barrio del nororiente de Medellín.
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La investigación al respecto fue adelantada por una fiscal del Centro de Atención Integral a Víctimas de Abuso Sexual (Caivas) y con base en las pruebas que se anexaron al expediente un juez acaba de condenar a 25 años y 8 meses de cárcel a esta mujer a la que acusaron del delito de proxenetismo con menor de 14 años agravado. Su nombre no fue revelado, pero se sabe que está privada de la libertad, junto con su compañero sentimental y padrastro de la niña desde febrero del año pasado.
La dolorosa historia comenzó en el año 2017 y se prolongó hasta el 2021, es decir que la víctima sufrió los vejámenes entre los ocho y los 13 años de edad.
El escenario donde ocurrieron los vejámenes fue su propia casa ubicada en el barrio La Cruz, en la comuna 3-Manrique, donde residían ambas. Según la Fiscalía, esta mujer amarraba a la menor de edad para que no se resistiera al abuso sexual y para completar le vendaba los ojos con el objetivo de que no reconociera a los agresores.
Adicionalmente, cuando la niña se rebelaba, su progenitora le infligía quemaduras con cigarrillo en varias partes del cuerpo.
Las escenas, dignas de una película de terror, se repetían hasta en tres ocasiones cada día, según consignaron en el expediente del caso los investigadores judiciales.
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Dentro del proceso, otro implicado fue el padrastro de la menor de edad, quien, según se probó, fue uno de los múltiples agresores sexuales de la niña. Por ello recibió una condena de 21 años y cuatro meses por el delito de acceso carnal abusivo con menor de 14 años agravado.
Ya había ocurrido una decisión condenatoria en primera instancia, pero esta fue apelada por la defensa de los dos procesados que protagonizan este espeluznante relato.
En el Valle de Aburrá las autoridades reciben en promedio 44 denuncias semanales de abuso sexual y el número asciende a 191 por mes, sin perder de vista que este es un delito marcado por el subregistro y muchos casos se quedan en el anonimato.
Lo más grave es que aunque en los últimos meses han cobrado relevancia los casos de explotación sexual comercial en los cuales se han visto involucrados turistas extranjeros, abundan todavía más los casos en que los victimarios son papás, padrastros, tíos, primos, abuelos o hermanos.
Muchas veces los afectados y afectadas, así como otros miembros de las familias que se dan cuenta de los hechos guardan silencio por intimidaciones, por incredulidad en las instituciones o porque el victimario es el proveedor económico del hogar u ostenta algún tipo de poder emocional o psicológico.
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